
Hacen que cualquiera regrese a un modo etéreo, sensible, poblando sus fantasías nobles, las esperanzas sutiles y los sueños enteros al terminar la noche.
Un niño viaja su primer mundo en la blancura de un espíritu incontaminado, me gustaría acompañarlo y apartar de su camino lo oscuro y lo indigno. Aún no lleva cargas y mi egoísmo me da letra a favor de su libertad que nada pide, quiero proteger su cielo y sostenerlo. Mañana irá por sus propios medios y tal vez reniegue de mi sombra agobiante pero, estaré seguro que intentarlo fue una tarea de la sangre que dejará algún rédito para su vida, aunque no se note.
Fotografía y texto de José López Romero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario